Conservación,  Fauna,  Naturaleza

La labor de Codeff: un bello, necesario y esperanzador trabajo en la orilla del río Colorado

Cientos de loros silvestres han recuperado sus condiciones físicas y psíquicas para ser reinsertados a su medio. Decenas de carnívoros como pumas, zorros y quiques han recuperado sus capacidades para volver a vivir en su hábitat. El esfuerzo para liberarlos es arduo y silencioso. A esto se dedica el Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre (CRFS) del Comité Pro-Defensa de la Fauna y Flora (Codeff), la organización ambiental más antigua de Chile, que cuida y rehabilita decenas de animales, un esfuerzo que pasa desapercibido… quizás demasiado desapercibido.

Por Ignacio Pascual Varas

Suspendido en el aire, un estridente coro de vocalizaciones de loros tricahues, choroy y cachañas se mezclan con el sonido de las aguas del río Colorado en El Manzano. Ese canto que se cuela por los orificios de las mallas de los recintos es el testimonio de sobrevivientes: la mayoría de estas aves llegaron al centro para su rehabilitación y posterior liberación, tras ser decomisadas por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y la Policía De Investigaciones (PDI) en operativos por tráfico de especies o tenencia ilegal de las mismas.

Los loros que llegan al CRFS pasan por una cuarentena y posterior incorporación a un recinto para su rehabilitación física, pero también conductual, ya que, al ser animales sociales no se pueden liberar los individuos, más bien se debe liberar una bandada y formarla le toma al equipo del CRFS de Codeff uno a dos años.

Foto Griselle Salinas

Víctor Olate, cuidador “histórico” – como le dicen en Codeff por sus más de 30 años trabajando en el Centro- explica que un poco más de dos tercios de los loros que han pasado por el CRFS son liberados. Se caracterizan por su inteligencia, delicadeza y su sensibilidad psíquica: los loros pueden llegar en un estado depresivo y con signos físicos de estrés.

“Cuando la gente tiene los loros solos y en jaulas muy chiquitas se estresan y se sacan las plumas y lo único que le queda con plumas es la parte del cuello. Acá en el Centro, el loro recupera su plumaje, busca pareja, arma familia y ya no llega a ese nivel de estrés de poco menos que querer suicidarse”, explica Olate

Por otro lado, lo que para algunas personas puede ser cómico, aquí es una condena: loro que habla, loro que se queda en el Centro aislado de sus pares aptos para ser liberados, porque un loro que habla transmite este comportamiento, poniendo en riesgo el trabajo del equipo, “no podemos liberar una bandada de 100 loros que te griten desde el cielo carahuevo”, ejemplifica Olate.

No obstante, aquellos loros que no pueden ser liberados permanecen en el Centro con fines de educación ambiental. Tal es el cuidado en este aspecto, que cuando Olate alimenta a estas hermosas aves nativas, lo debe hacer en silencio para que no aprendan el español. Es por esta razón que el Centro no está abierto al público, pero de vez en cuando realizan visitas educativas previa coordinación con los interesados, como cursos de liceos o universidades.

Foto Griselle Salinas

Junto a las 116 aves que son rehabilitadas en el centro, hay dos chinchillas y hasta hace unos meses un zorro culpeo que fue exitosamente reinsertado a su hábitat. Así pasan los años en este Centro, cuyo trabajo, al igual que el realizado por otros centros en el país, es un grano de arena significativo, pero que en última instancia sólo será efectivo en la medida que los hábitats de las especies sean protegidos efectivamente. Sin embargo, las amenazas en San José de Maipo son aún más patentes.

“Meses atrás Alto Maipo estuvo trabajando en la bocatoma del río Colorado que está un poquito más arriba y hubo camiones transitando días y noches por un camino privado que es de Codeff y del SAG. Varias aves murieron producto del estrés que ocasionó el paso de camiones y estuvimos cuatro meses sin agua en el Centro, solo funcionando con camiones aljibes y una entrega limitada de agua para los animales”, denuncia Michelle Madaune, veterinaria directora del CRFS, e informa que por esta razón Codeff interpuso una demanda.

Foto Griselle Salinas

Desde que Madaune llegó a trabajar el CRFS, en el que realizó voluntariado años atrás, se propuso volver a conectar el trabajo que allí desarrollan con la comunidad del Cajón, “ y entre todos poner el granito de arena para que el proyecto sea fructífero ya que es una labor de todos: el territorio es de todos, los animales son arte de la Tierra, no tiene dueños ni tutores, es una labor colectiva de preocuparnos de nuestro planeta”, dice a Revista Cajón del Maipo la veterinaria cajonina.

Medio siglo en defensa de la Flora y Fauna

Desde que Codeff fue fundada en 1968 ha estado presente, patrocinado y llevado adelante distintas campañas, actividades, proyectos y luchas ambientales a lo largo y ancho del país como presionar para que el Estado ratificara la Convención sobre Tráfico de Especies Amenazadas (Cites) en los 70’; campañas para poner fin a la industria ballenera, en los 80’; interponer recursos de protección para evitar que ingresen desechos tóxicos al país y  proyectos para combatir la desertificación, entre otros.

En este sentido, en 1992 fueron pioneros al crear, junto al SAG, el Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre Godofredo Stutzin, que lleva el nombre del fundador de la Corporación. Un año más tarde fueron reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por su aporte a la conservación de la biodiversidad y al despuntar el siglo XXI recibieron el Premio Nacional de Medio Ambiente, otorgado en ese entonces por la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), que con posterioridad se convirtió en Ministerio de Medio Ambiente.

Pertenecientes a la Red de Ríos Libres y a la Red de Humedales, “siempre estamos en campaña, dada las circunstancias en las que se encuentra el Planeta, estamos permanentemente activos en distintas partes del territorio”, comenta Jenia Jofré, vicepresidenta de Codeff.

Actualmente, Codeff administra íntegramente o de forma conjunta con otros servicios del Estado seis Áreas Silvestres Protegidas y lidera cuatro proyectos de investigación y conservación. A su vez, tiene presencia hace más de 20 años en Cobquecura, Región de Ñuble, con un proyecto de defensa de los lobos marinos y realizan el Festival de las Aves en la Región del Biobío.

Con 55 años de experiencia en la defensa y promoción del cuidado del medioambiente, desde Codeff ven que ha mejorado la institucionalidad ambiental: “Hay una situación muy distinta a la de hace 50 años atrás, hoy cómo sociedad estamos preocupados y hablamos de temas ambientales”, dice Jofré, pero agrega que “por otro lado, los problemas ambientales son exponenciales y a pesar de haber más conciencia el extractivismo y la sequía aumentan y tenemos que poner acelerador a fondo, no podemos esperar, es hora de actuar a alto nivel, tenemos que hacer cambios importantes, cambios a nivel constitucional”, explica.

“Aquí falta que la gente conozca, se comprometa”

 Si bien Codeff posee una basta trayectoria en defensa de la flora y fauna, tanto desde la directiva como en el Centro de Rehabilitación, son conscientes de que aún son un tanto desconocidos para la comunidad del Cajón del Maipo. Esta situación lleva aparejada una precariedad tanto económica como de fuerza de trabajo, es decir las y los voluntarios escasean.

“Trabajar con recursos escasos es difícil y el lado fome es que los megaproyectos avanzan a pasos gigantes, muchas veces destruyendo, y uno trata de salvar individuos de especies para mantener ecosistemas saludables y es desesperanzador ver y vivir esto. Por lo mismo me interesa vincular mejor a la comunidad del Cajón con el centro, a quienes habitamos muy cerca de la fauna silvestre”, explica Madaune.

Munay Studio

Ante esta dificultad, Codeff se encuentra difundiendo su trabajo por redes sociales, planificando charlas en las escuelas de la comuna y restableciendo sus vínculos con las carreras de veterinaria de distintas casas de estudios, a las que les ofrece que sus estudiantes realicen la práctica profesional en el Centro.

“Hace poco llegó un loro choroy que no sabía ser loro, porque desde polluelo sólo interactuó con personas. Ahora ya se comunica con sus pares, vuela en bandada e interactúa, me gusta ser testigo y ser parte de ese proceso”, cuenta Vanessa Lagos, estudiante de medicina veterinaria y practicante en el CRFS de Codeff.

Lagos también menciona que en Veterinaria son pocas las y los estudiantes que se especializan o hacen sus prácticas en conservación. “En mi generación, que es numerosa, no somos más de 15 estudiantes que nos especializamos y nos interesa la conservación. Me gustaría que esta área se tomara más en cuenta ya que necesita mucho trabajo y mucho apoyo”, detalla a RCM.

Por otro lado, Victor Olate recalca que “a mí me gusta lo que hago, amo lo que hago que es ver a un animal rehabilitarse e irse de este lugar, pero yo veo que no todos tienen el mismo amor. Lo que aquí falta es que la gente, que no tiene que ser amante de los animales necesariamente, pero que vea lo que hacemos y se comprometa”, opina quién ha dedicado su vida al cuidado de la fauna nativa.

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En este sentido, en la página web de Codeff se encuentra disponible el “apadrinamiento” de animales del Centro, el que busca que la gente pueda realizar un aporte económico para la continuidad de las labores de rehabilitación. Junto a lo anterior, se han reactivado las conocidas “jornadas de voluntariado” en las que personas de cualquier parte de la Región pueden inscribirse para apoyar en labores de restauración y reacondicionamiento del Centro.

“Queremos y necesitamos que la comunidad de San José de Maipo conozca y colabore con el Centro y que se sienta orgullosa de que en su comuna está el CRFS más antiguo del país”, plantea Jofré como una necesidad para la proyección y robustecimiento del trabajo de Codeff, pero también como una oportunidad para que la identidad cajonina también esté constituida por su compromiso con la rehabilitación y defensa de la flora y fauna.

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