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Carmelitas Descalzas: Protectoras de la Naturaleza, las Montañas y las Aguas

En el corazón del Cajón del Maipo, un monasterio de carmelitas descalzas se erige como un símbolo de devoción y resistencia. Este refugio, construido por las propias monjas, no solo ofrece paz espiritual, sino que también representa la lucha por la preservación del entorno natural. Su batalla legal para proteger el medio ambiente y la biodiversidad local ha dejado una profunda huella en la comunidad.

Por Francisca Inostroza

En el camino El Toyo, un cartel anuncia la entrada al monasterio de las carmelitas descalzas. Tras abrir un portón manual, el camino de tierra serpentea entre algunas casas hasta llegar a un nuevo portón, donde una inscripción en letras grandes da la bienvenida: «Seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso». Allí, reside el hogar de siente carmelitas descalzas, monjas parte de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

Carmelitas Descalzas en Monasterio Cajón de Maipo.

El monasterio ocupa casi tres hectáreas de terreno. Al ingresar, se puede ver una capilla y locutorios para monjas y visitantes, además de un emporio con productos elaborados por las carmelitas. Hacia la izquierda, un camino rodeado de vegetación lleva a una ermita y al santuario del monasterio, donde se encuentra una figura de la Virgen.

Detrás de la serenidad y la devoción que emana este monasterio, reside una historia de profunda relación con la naturaleza, milagros y acercamiento a la fe. Las carmelitas descalzas, conocidas por su vida de oración, austeridad y también de conservación de la naturaleza, han dado lecciones de perseverancia a sus vecinos. Sus victorias legales son, para algunos cajoninos, parte de su legado en la comuna.

Virgen del Carmen Monasterio Cajón del Maipo.

Virgen del Carmen, madre de las montañas y las aguas

En 1984, cinco monjas se dedicaron a buscar un lugar para la construcción de un monasterio dentro de la región Metropolitana, en el que pudieran contemplar la naturaleza y que fuera un entorno de silencio y soledad. Casi una década más tarde, en 1993, compraron el terreno y en 1995 se mudaron al Cajón del Maipo, en el sector de El Peumo, ruta G-27, kilómetro 30.

Las hermanas fundadoras construyeron el monasterio desde cero con sus propias manos, con el objetivo de crear un hogar basado en la fraternidad y la vida diaria según la regla carmelita.

Pero no fue hasta 2012 que las Carmelitas se asentaron en el Cajón. El mismo año en que algunos profetizaban el fin del mundo, también fue para Chile el inicio de una de las décadas más secas en el país desde 1961. Prontamente, estas hermanas en la fe tendrían que luchar por la defensa de su pequeño paraíso en la tierra.

La tarde del 26 de noviembre del 2012 las carmelitas se encontraban reunidas en su casa cuando el timbre sonó abruptamente. Dos de ellas se acercaron a la puerta desconcertadas. Al salir, la angustia tomó la forma de humo y llamas que se extendían cerca del convento.

Carabineros y bomberos llegaron rápidamente, alertados por la emergencia, y comenzaron a evacuar a las monjas, prestando especial atención a aquellas con problemas de movilidad. Las llamas de más de tres metros sitiaban el lugar, extendiéndose por el cerro y  por debajo del monasterio simultáneamente.

En medio de este caos, una figura misteriosa apareció entre el humo: era una monja vestida con una capa blanca, inmóvil y silenciosa. La presencia de esta figura desconcertó a todos, especialmente al bombero que la vio, ya que las monjas vestían túnicas marrones. La extraña silueta permaneció allí, observando, sin moverse.

Margarita Morales recuerda que “cuando las enormes llamas se acercaban peligrosamente a nuestra casa, construida de madera, parecía que iba a arder de inmediato. Sin embargo, el fuego cambió de dirección y ascendió hacia el cerro, sin dañar nuestro hogar”, relata la carmelita. Lo mismo ocurrió en otras partes del monasterio. El fuego amenazó con consumir las instalaciones de las monjas, pero cambió de rumbo repentinamente. Incluso la ermita del convento, también de madera y ubicada junto a un quillay en llamas, no sufrió daños.

“Este hecho, junto a la misteriosa monja vista por los bomberos y la preservación milagrosa de nuestra casa, lo atribuímos a la Virgen del Carmen, nuestra patrona. Para honrarla, en 2014 construimos un santuario que pintamos con nuestras propias manos. La nombramos ‘Virgen del Carmen, reina y madre de las montañas y las aguas’, junto a una escultura a tamaño real creada por el escultor Panchito Gazitúa de Pirque”, comenta la hermana Jimena Correa.

Piedra Virgen del Carmen Monasterio Cajón del Maipo.

La Virgen del Carmen representa la conexión espiritual y cultural de las carmelitas en el Cajón del Maipo. La escultura posee un manto ceremonial adornado con símbolos mapuches e indígenas, rodeada por un círculo ceremonial. También destaca por sus rasgos faciales no europeos, diseñados para reflejar la identidad local y la fe de la comunidad.

“Quisimos que fuera nuestra, con simbología ancestral del Cajón del Maipo, preservando nuestra conexión con la naturaleza y nuestra fe”, explica la hermana Morales.

Los incendios continuaron hasta 2016, momento en que las hermanas se organizaron para enfrentar los siniestros. Las más jóvenes colaboraban activamente preparadas con palas y equipo de emergencia junto a los vecinos, un esfuerzo que continúa hasta hoy en día.

Sin embargo, el fuego no ha sido la única amenaza al convento. En agosto del 2012,- tres meses antes del incendio que casi extingue su convento-, las hermanas habían sido convocadas a una reunión informativa sobre un proyecto hidroeléctrico que alimentaría una central generadora de electricidad ubicada en el río Maipo, frente a San José.

“Más tarde, los peritos determinaron que todos los incendios fueron provocados intencionalmente. Aunque nunca se identificaron a los responsables, los hechos coincidían temporalmente con el inicio de este proyecto. Una vecina incluso elaboró un mapa detallando la propagación de estos siniestros, todos los cuales se alineaban con la ubicación prevista para la central hidroeléctrica”, explicó Jimena Correa, una de las hermanas carmelitas.

Coyanco Central Hidroeléctrica: 8 años de lucha

En 2012, comenzó el proceso legal para la Central Hidroeléctrica El Canelo de San José, que planeaba construir una central en el río Maipo para generar 16,06 MW para el Sistema Interconectado Central (SIC). Sin embargo, el proyecto incluía usar parte del terreno del monasterio para canalizar las aguas hacia la central.

Tras los incendios de 2012, una hermana del monasterio se dedicó a estudiar el proyecto de la central hidroeléctrica. Según Jimena Correa, tuvieron que aprender desde cero sobre temas como el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y el funcionamiento de una central de paso. La madre superiora de entonces, María Luisa Castillo, dedicó todo su tiempo a entender el proyecto.

En julio de 2014, la Comisión de Medio Ambiente de la Región Metropolitana rechazó el proyecto de la Central El Canelo, pero Energía Coyanco apeló el fallo en el Comité de Ministros y se aprobó.

En respuesta a la aprobación del Comité de ministros, las monjas protestaron frente a la Intendencia mostrando su rechazo al proyecto. En esa jornada, portaron pancartas con imágenes de animales del sector para defender su postura a favor de la conservación y del respeto irrestricto a todas las formas de vida.

Durante este proceso las carmelitas recibieron el apoyo desinteresado de Roberto Celedón, abogado de derechos humanos, quién las asesoró gratuitamente hasta el final del proceso. Además, la ONG Fima colaboró con su causa sin costo alguno.

Llevaron el caso a la Corte Suprema, una instancia compleja, pero a pesar de las dificultades, el máximo tribunal dictaminó que el Comité de Ministros debía reconsiderar su decisión. El proyecto de la empresa tenía un plazo de cinco años para ser aprobado y comenzar la construcción de la central. Sin embargo, debido a los obstáculos legales, el tiempo transcurrió y la resolución caducó.

Finalmente, en 2020 el Servicio de Evaluación Ambiental declaró la caducidad de Calificación Ambiental (RCA) de la central “El Canelo” en el Cajón del Maipo, debido al incumplimiento de los plazos otorgados.

La comunidad de las carmelitas celebró la noticia como una victoria significativa no solo para ellas, sino también para la preservación de los ecosistemas y cultura cajonina. El santuario dedicado a la Virgen del Carmen, construido en agradecimiento por la protección durante los incendios y como símbolo de resistencia contra el proyecto, se convirtió en un lugar de gratitud y reflexión para la comunidad local.

Las carmelitas continúan vigilantes, conscientes de la importancia de mantener la protección del entorno natural y la vida espiritual que tanto valoran. El episodio no sólo fortaleció su unión como comunidad religiosa, sino que también consolidó su compromiso con la defensa de los recursos naturales y la sostenibilidad en el Cajón del Maipo.

Río Maipo desde Monasterio Carmelitas Descalzas Cajón del Maipo.

Alzando la voz por la naturaleza

Es pasado el mediodía y en el santuario de las carmelitas se respira vida. El tibio sol de otoño adorna con su luz los quillayes y la pradera silvestre, mientras el acogedor centro de retiro toma un color verde brillante proveniente de los diversos árboles y caminos que lo rodean.

Al igual que el dinamismo que generan las marcadas estaciones del año, lo que alguna vez fue un lugar tan lleno de serenidad y misticismo, meses después se convirtió en el epicentro de un intenso trabajo y lucha. Esa lucha, sin embargo, no se quedó quieta, y mutó hacia una postura política y cultural que ningún otro centro religioso del país se esperaba.

El plebiscito constitucional de Chile de 2021 fue un evento crucial en la historia de la nación, donde las y los chilenos votaron para decidir si aprobaban o rechazaban una nueva Constitución redactada por una convención elegida por votación popular.

En ese entonces, las carmelitas compartieron, a través de una carta dirigida a los chilenos, sus reflexiones sobre la propuesta de Constitución elaborada por la Convención Constitucional. Esta declaración surgió de manera independiente y relevó distintas materias.

En ella manifestaban: “Nos parece que la nueva Constitución, reconoce a los pueblos indígenas como naciones, restituyéndoles, siquiera parcialmente, sus tierras, sus aguas, su lengua y lo esencial, su dignidad, es un gesto que dignifica a Chile y alegra profundamente a María, Virgen de Guadalupe”, dice el escrito. Además, agradecen lo planteado en los derechos sociales como: salud, educación, vivienda, pensiones, trabajo, entre otros temas que consideran esenciales.

“Esta nueva Constitución es ecológica, respeta y legisla sobre la naturaleza, como nos lo pide el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, en que nos llama a respetar y amar la ‘casa común’, la tierra y los bienes naturales comunes. La ecología y la higiene del alma son valores absolutamente necesarios en una sociedad como la de hoy orientada hacia el consumo, el egoísmo y lo superficial, carente de solidaridad y empatía con el hermano».

Sin embargo, la respuesta de la jerarquía de la Iglesia católica y otros movimientos religiosos fue totalmente contraria a la postura de apertura, acogida, compromiso con la paz y la espiritualidad  que caracteriza a las carmelitas, mostrándose mucho más dialogantes y sensatas que otros sectores de la Iglesia.

La carta al pueblo chileno finaliza con una cita del Cardenal Silva Henríquez en el Te Deum de 1974, advirtiendo que los pueblos que abandonan sus tradiciones y permiten que les quiten su identidad, pierden su integridad moral y su independencia en todos los aspectos.

Como no solo de fe vive el hombre y la mujer, las Carmelitas Descalzas también  elaboran mermeladas caseras y dulces de membrillo los que ofrecen como alimento para el cuerpo, al mismo tiempo que extienden sus brazos ofreciendo un refugio de acogida para quienes buscan paz y conexión espiritual. Aunque a menudo las perciben como monjas de claustro, su comunidad se distingue por su apertura hacia la comunidad local.

Carmelitas Descalzas en Corte Suprema.
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