El primer domingo de cada mes, desde hace cinco meses, se pueden ver en distintas zonas de la ribera de los ríos Maipo, Yeso, Volcán y Colorado, grupos de personas en cuclillas inclinadas frente a los ríos. En una actitud casi reverencial, pero también cuidando no resbalar en alguna roca, sostienen con pulso de hierro algunos instrumentos y meten sus manos en las gélidas aguas que bajan de la Cordillera de Los Andes.
Por Ignacio Pascual V.
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A las 11 de la mañana y de forma simultánea los integrantes de Voluntarios por el Agua, junto con sumergir dispositivos y llenar pequeños recipientes con muestras de agua para medir los afluentes cajoninos, se sumergen en la química con actitud curiosa y atenta. Comparten puntos de vista y comentan lo que ven en las aguas testeadas con el objetivo de levantar datos para comprender desde otro punto de vista, el científico, lo que ellos denominan “los signos vitales de los ríos”.
“Para mí es muy evidente que la salud del río está ligada a la salud de las personas, es vida pasando por aquí mismo, vinculada directamente a nosotros. Tener esta información nos permite tener evidencia de qué es lo que está pasando en el río y se podría ligar a ciertos eventos como la intervención humana y otros factores”, opina Guiselle Llantén, cajonina de San Alfonso y voluntaria desde que se sumó al proyecto tras leer una publicación de esta iniciativa en las redes sociales del Comité Ambiental Comunal Cajón del Maipo.
El principal recurso de Voluntarios por el Agua es el tiempo que cada uno de los más de 50 voluntarios invierte en este proyecto de ciencia ciudadana que con cuatro kits de muestreo monitorean ocho puntos de los ríos en cinco localidades. Aún no cuentan con los suficientes recursos económicos, lo que no impidió su comienzo, pero los necesitan para seguir levantando datos sobre la calidad de las aguas en la comuna de San José de Maipo.
“Junto a gente con más experiencia y conocimiento que nos están enseñando y capacitando, demostramos que no nos quedamos impávidos, que podemos funcionar y defender nuestro medio ambiente, que es algo vital. Es una demostración de un buen articulado ciudadano”, destaca Mabel Pozo, integrante de la asamblea de El Manzano y voluntaria por el agua.
Artistas, inventores, ingenieros, estudiantes, emprendedores, profesoras, gente vinculada al turismo y a la compra y venta de artículos electrónicos, entre otros oficios y ocupaciones; en esta ocasión están preocupados de las calibraciones de sus instrumentos, de contar con la cantidad suficiente de tiras reactivas de Ph y que la cantidad de gotas de distintas soluciones aplicadas a las muestras sean las correctas.
Un manual plastificado con el detalle de cada kit de testeo guía el proceder de los voluntarios. Los avezados dan consejos y ponen al tanto a los nuevos asistentes. Se reparten labores como sacar las muestras de agua, avisar a su compañero que el tiempo de medición ya terminó y disuelven pequeñas pastillas en bolsas de plástico que luego agitan enérgicamente para medir la presencia de coliformes en la muestra. Un comprometido panorama dominical en el Cajón.
“Vivo en el Cajón de toda la vida y me encanta este proyecto, es muy bonito ser voluntario, la fuerza del voluntariado es una herramienta que todavía no se ha aprovechado, pero es muy linda, muy poderosa”, comenta Tomás González, quién lidera las mediciones en San Alfonso y también ha visto cómo los caudales de los ríos bajaron en los últimos años.
El momento más esperado, al estar testeando, es el cambio de color de la muestra de agua del río al entrar en contacto con los químicos que les permitirán establecer su dureza. Casi que por arte de magia ¡paf! el agua del frasco pasa de azul a rojo púrpura. A lo menos 10 pares de ojos están atentos a su aplicación y realizan el conteo. Un coro de susurros mentales, para no distraer al operario del gotario, cuenta en silencio 1, 2, 3, 4, 5, 10, 15, 20, 30, 40, 50… hasta maravillarse con la reacción química.
“El devenir de estos cuatro meses lo encuentro un éxito desde el punto de vista de empoderar a la gente y también por los datos que hemos generado. Cuando todos nos sincronizamos por un mismo propósito y al mismo tiempo habemos gente coordinada por el agua, somos una orquesta del agua y me siento parte de algo importante”, expresa Gabriela Guzmán, integrante del Comité Ambiental Comunal del Cajón del Maipo y una de las fundadoras del proyecto y coordinadora comunicacional del mismo.
La química a la orilla del río se practica entre chistes, risas, opiniones, evaluaciones del entorno y conversaciones, sobre todo las que se desprenden de aunar criterios para decidir cuál es el color de las tiras reactivas y su coincidencia o no con las de la escala del test. La medición de San Alfonso, cerca de La Cascada de las Ánimas, tiene como banda sonora el sonido del río junto con algunas vocalizaciones de loros choroy.
En el sector de la junta del río Yeso con el Maipo, en San Gabriel, son kayakistas bajando por el río los que comparten el paisaje con los voluntarios. Ni siquiera la nieve del sector de Baños Morales impide el testeo dominical. Otras veces, patos cortacorrientes parecieran observar a este grupo de cajoninos y santiaguinos que cada mes vuelven a encontrarse en torno a los ríos que bajan de las montañas.
“Este es un proyecto de la gente el Cajón, pero me gusta el hecho de que venga gente de Santiago los fines de semana porque lo que pasa en el Cajón tiene mucho que ver con la gente de Santiago, que toma esta agua y que está comenzando a preocuparse de lo que pasa aquí en las montañas”, explica Zoe Fleming, química ambiental británica coordinadora científica de Voluntarios por el Agua, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) de la Universidad de Chile y del Centro de Investigación en Tecnologías para la Sociedad de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo (UDD).
Bonito y desafiante a la vez
Desde agosto de 2021 que el interés de poner en marcha un proyecto para medir el agua de los ríos del Cajón del Maipo rondaba las mentes de Fleming y Guzmán. Tras una primera decepción en noviembre del mismo año, luego de enterarse de que los fondos a los que habían postulado no pudieron ser adjudicados, decidieron presentar el proyecto a la comunidad con la intención de buscar tanto apoyo económico como voluntarios.
De esta forma, participaron con un puesto en la feria ambiental que se realizó el 11 de diciembre con motivo del Día Internacional de las Montañas. Ahí mostraron algunos instrumentos de medición- que llamaron rápidamente la atención de niños y adultos-; explicaron las problemáticas ambientales asociadas al agua y cómo medirla; y contaron sobre el proyecto que querían implementar.
“¡Fue muy exitoso!, todas las personas nos preguntaban cuándo íbamos a empezar el proyecto y les decíamos que queríamos empezar, pero no teníamos dinero”, trasciende Fleming. Tras conocer el gran interés de la comunidad por saber más sobre la calidad del agua de sus ríos, decidieron escribirle a algunas empresas y universidades en búsqueda de apoyo.
Aquello se tradujo en que Yalitech, empresa dedicada al desarrollo y venta de instrumentos para la medición de calidad de alimentos y agua, donó la mitad de los equipos con los que cuentan hoy Voluntarios por el Agua y la Universidad del Desarrollo compró la otra mitad. A pesar de no contar con la cantidad de instrumentos que necesitan, pudieron comenzar, pero están atentas a proyectos y postulaciones para comprar otros equipos e instrumentos.
Voluntarios por el Agua necesita al menos 280 mil pesos mensuales para reponer tests que se agotan todos los meses para ser sostenibles en el tiempo. Ante esta situación, hicieron una pequeña campaña de recaudación de fondos con la que solventaron algunos meses, pero el proyecto no está asegurado económicamente a futuro. Sobre todo, considerando que su propósito es que cada punto de medición cuente con su respectivo equipo, tanto para cuidar el rigor científico como la logística de traslado de personas y los instrumentos.
Por otro lado, la intención de este proyecto de difusión científica es involucrar a las escuelas de la comuna mediante la entrega de kits de medición junto con capacitar a estudiantes y profesores para que puedan medir el río como una actividad de los cursos de ciencias naturales o química.
FOTO JUNTA MAIPO Y YESO
“Trabajo en dos escuelas en Santiago, este año estoy inspirada en el aula al aire libre y llevar la ciencia a nuestro hábitat cotidiano. Estoy super contenta, he aprendido mucho de todos los compañeros que están acá y mi motivación es compartir este espacio tan limpio, protegerlo y devolverle a la naturaleza el cuidado que de repente no está”, comentó Andrea Espinoza, profesora de química y voluntaria, en la actividad final de la medición de junio – a la fuimos como Revista Cajón del Maipo- en la que todes les presentes compartieron algunas palabras sobre sus motivaciones e impresiones del proyecto.
“Somos mucho más ojos que los de un científico”
Desde que el proyecto Alto Maipo completó la fase de construcción en agosto de 2021, tras casi ocho años de construcción, las distintas organizaciones comunales ven con desconfianza y preocupación los efectos de la puesta en marcha en un 100% de este proyecto que, dicen ellos, ya se puede ver a través de algunos síntomas como la rápida reducción de los caudales.
Esta amenaza antrópica local se suma a la mega sequía que aqueja a nuestro país desde hace más de una década. Junto con esto, la deficiente gestión de cuencas hídricas y la dificultad para acceder a información sobre la calidad de agua en la cuenca del Maipo, se ha traducido en un creciente interés de las comunidades por conocer y comprender el estado actual, no solo de la disponibilidad de recurso, sino de su calidad y “estado de salud” del agua de los ríos.
«Somos muchos más ojos que los de los científicos y, con información basada en evidencia, podemos contarles a ellos lo que estamos observando «
Gabriela Guzmán
Durante el primer año de la pandemia covid-19 Fleming comenzó a salir los domingos a testear el agua del río en compañía de familias y vecinos del sector de Baños Morales, donde cuenta con un refugio. “La gente no sabía sobre su agua, porque nadie viene a decirnos cómo está nuestra agua. Cuando hay un evento climático no sabemos qué pasa con el agua y con la amenaza de Alto Maipo no sabemos cuánto va a disminuir la cantidad de agua y que otras propiedades van a cambiar. Entonces la idea es que la gente local se interese por lo que pasa en sus ríos”, explica la científica.
En este sentido, Guzmán califica la ciencia ciudadana como “una forma confiable” de generar información desde y para la comunidad, además de contar con un importante valor científico para actualizar o contrastar otros datos. De hecho, ya han comenzado con la recopilación y estudio de datos históricos de la Dirección General de Aguas (DGA), sobre los caudales y estado del agua del Río Maipo, para contextualizar y situar los datos generados por los voluntarios/as.
“Si bien no somos científicos, sabemos lo que está pasando porque podemos mirar y contribuir con nuestras observaciones. Somos muchos más ojos que los de los científicos y, con información basada en evidencia, podemos contarles a ellos lo que estamos observando para que podamos responder mejor en un escenario de crisis y mejorar la gestión hídrica”, releva Guzmán el valor de la ciencia ciudadana y difusión científica que desarrollan.
Esta labor de investigación y fiscalización que realizan Voluntarios Por el Agua midiendo Ph; temperatura; turbiedad; coliformes y bacterias; oxígeno disuelto; hierro, cobre, plomo y pesticidas; entre otros de los doce parámetros que testean cada mes, ha concitado el interés de estudiantes y profesionales de distintas universidades convocadas por las fundadoras del proyecto.
Tal es el caso de Felipe Olivares, químico que trabaja en la UDD con Fleming, quien una vez al mes cambia el plano y uniforme suelo del laboratorio por la irregular superficie de la ribera del Maipo.“Tenemos que acercar las ciencias a la comunidad y compartir conocimiento para crear mejores soluciones hoy en día. Es súper importante el trabajo en equipo con las comunidades y con otros profesionales”, opinó Olivares frente a los otros voluntarios tras finalizar la medición de junio.
A la fecha, han participado junto a las y los vecinos del Cajón del Maipo, estudiantes de diseño de la Universidad Católica, quienes colaboraron con la creación del logo y página web de esta iniciativa autogestionada. También estudiantes de geología de la UDD se han mostrado interesados en desarrollar su práctica con Voluntarios por el Agua, al igual que estudiantes de la Universidad de Chile convocados por Fleming, a quienes pretende sumar a partir de agosto para que también desarrollen su práctica con ellos.
“Durante este año creo que vamos a tener un equipo de estudiantes, lo que tiene mucho potencial, porque ellos lo ven como algo mucho más vivo que otros de sus proyectos universitarios”, destaca Fleming. Inclusive científicos de primer nivel, como el director del CR2, René Garreaud, “están atentos al proyecto, lo toman en serio, saben que estamos tomando datos”, trasciende la química británica.
Avanzando por varios frentes a la vez, Voluntarios por el Agua ya preparan las primeras infografías y gráficos para difundir a la ciudadanía los hallazgos de sus mediciones- aún muy recientes para establecer relaciones causales o conclusiones acabadas-, pero fruto del trabajo conjunto de una comunidad organizada que sueña a lo grande para generar un impacto positivo dentro y fuera de su comuna. Ejemplo de esto es la relación que comenzaron a establecer con Futaleufú Riverkeeper, un programa de monitoreo del agua en Futaleufú, en la Región de Los Lagos, para intercambiar experiencias y conocimiento.
Continúan midiendo, no pararán. La convicción de las y los Voluntarios por el Agua crece día a día, al igual que el número de ellos. Suben personas, cae nieve, baja el Raco, baja el agua, surgen datos, suben los ánimos. Llueve sobre el río, nieva sobre San José de Maipo, llueve sobre Santiago, baja la incertidumbre, incrementa el conocimiento. Surgen experiencias, caen conclusiones, surgen preguntas, comienzan a fluir respuestas. Gota a gota, domingo a domingo y mano a mano esta “orquesta del agua» continúa interpretando su ópera prima, a la que todas y todos estamos invitados.
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