El gato Colocolo es un felino salvaje, fiero y esquivo. Sus hábitos, distribución y origen han despertado el interés de investigadores nacionales y extranjeros. Hoy, el colocolo es el único felino endémico de Chile y quienes pretenden protegerlo protagonizan un capítulo nuevo en la conservación en el que se entrecruzan gallinas, jeques árabes y un connotado cacique mapuche.
Por Ignacio Pascual Varas.
En Chile habitan siete felinos silvestres: puma, guiña, gato de las pampas, gato andino, gato de Geoffroy, gato del desierto y gato colocolo. Uno podría pensar que llevar el nombre de un aguerrido y sabio cacique, y a la vez el de un popular equipo de fútbol, podría haber significado cierto renombre o fama entre la población. Pero la realidad es muy distinta.
“Debe ser una de las especies de felinos menos conocidas. No entiendo y no sé por qué, a pesar de tener un nombre muy popular. Casi siempre se habla del puma, la guiña, el gato andino y todos los otros gatos son desconocidos para el público en general”, afirma el veterinario Carlos Castro Pastene (34), Magíster en Ecología de la Universidad Austral de Chile y líder de Colocolo Project.
El colocolo (Leopardus colocola) es un felino silvestre de unos 3 a 4 kg de peso, con un pelaje gris con manchas color café rojizas y una intensa coloración anaranjada en su garganta. Su cuerpo mide entre 50 a 70 cm y tiene una cola de aproximadamente 30 cm de largo, también posee características líneas oscuras a lo largo de su cuerpo, las que destacan en sus patas delanteras.
Este felino habita preferentemente en ambientes de matorral, estepas y bosques abiertos, pero ocupa una amplia gama de hábitats, desde el nivel del mar y por sobre los 4.000 metros. Según la literatura, el colocolo puede alcanzar hasta los 9 años de vida en cautiverio y las hembras alcanzan la madurez sexual a los dos años.
En tanto gato, al colocolo le gusta dormir y alimentarse de ratones, con horarios de mayor actividad durante la madrugada y al medio día, peaks que el equipo de Colocolo Project ha identificado.“Se estima que un solo colocolo come un poco más de 500 ratones al año”, detalla Castro.
Según Castro, el colocolo se distribuye desde Paposo (Región de Antofagasta) y hasta El Laja (Región del Maule), abarcando toda la zona mediterránea de Chile central, la de mayor biodiversidad y endemismo del país, concentrándose su población en las regiones de Valparaíso y Santiago. De hecho, la localidad donde fue descrito el colocolo en 1782 por Juan Ignacio Molina, más conocido como el abate Molina, fue en La Dehesa, en Santiago.
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Carlos Castro se ha sumergido en libros, papers, ensayos y documentos de todo tipo, a la vez que junto al equipo del proyecto pasan horas en terreno instalando cámaras y recabando información. Él conoce bien la historia del día en que el abate Molina, hace ya 242 años, se topó con un bravío felino en la precordillera santiaguina.
“Cuando el abate Molina se encontró con este gato, lamentablemente, lo cazó con 7 perros para poder describirlo. Los perros lo persiguieron, lo acorralaron y el gato peleó hasta la muerte, no sin antes matar a 4 de los perros y dejar heridos a los 3 restantes. Al ver el abate la fiereza, bravura y determinación del gato, le puso colocolo en honor al cacique Colocolo”, cuenta Castro con contagiosa pasión.
Más de dos siglos después de ese épico encuentro, el colocolo ha sufrido una considerable destrucción y fragmentación de su hábitat. Según la categoría nacional, este esquivo felino está casi amenazado. Sin embargo, para Castro, esta clasificación es insuficiente porque “no ha sido evaluado, no hay nada certero, nadie sabe cuántos gatos hay. Es un dato insuficiente y es urgente una reevaluación”, comenta el especialista en colocolos.
Colocolo Project: educar, mitigar y conservar
En 2018 Castro y un grupo de colegas, decididos a romper con el desconocimiento sobre este gato silvestre, iniciaron Colocolo Project con el objetivo de conocer mejor la distribución, comportamiento, amenazas y a su vez educar a la población sobre este escurridizo y salvaje carnívoro.
“A medida que fuimos investigando nos dimos cuenta de que había más peligros que los descritos para el colocolo, como perros que se los comen, enfermedades transmitidas por gatos domésticos, muertes por atropello y fragmentación de hábitat”, explica Castro quien junto al equipo del proyecto – en ese entonces llamado Ecología del Gato Colocolo en el centro sur de Chile- buscaron financiamiento para proyectar en el tiempo esta iniciativa.
Tocaron las puertas de empresas y agrupaciones en Chile, pero no hubo mayor colaboración. “En Chile las cosas son bien demagógicas, si no hay un interés de masas en algo, el político y las empresas no te apoyan”, dice tajante Castro y remata con un dicho anglosajón: “Conservación sin dinero es sólo conversación”.
Sus primeras cámaras trampa las obtuvieron gracias a un fondo de Idea Wild y en la actualidad este proyecto es financiado principalmente por Small Wild Cats Conservation Fund y Big Cat Rescue, pero también Colocolo Project obtuvo financiamiento a través de proyectos que postularon al Mohamed Bin Zayed Species Conservation Fund, un fondo de Arabia Saudita.
“Volvemos al problema de este gato y es que nadie lo conoce o a nadie le importa a pesar de que la nueva propuesta taxonómica plantea que solamente está en Chile, entonces depende solamente de los chilenos conservarlo y ahí viene lo tragicómico porque el dinero para conservarlo viene de EE.UU. y Arabia Saudita”, explica Castro mientras abre ampliamente sus ojos y respira profundo.
Fue en 2021 que el taxónomo brasileño Fabio Do Nascimento estableció que el gato colocolo solo se encuentra en la zona central de Chile, a diferencia de lo que se pensó por décadas, que había tres subespecies: Leopardus garleppi (gato del desierto) en el norte, Leopardus colocola ( colocolo) en el centro y Leopardus pajerus (gato de las pampas) en el sur, todas antes consideradas colocolo.
La aproximación de Colocolo Project se caracteriza por su convicción y compromiso con la conservación de esta especie como una cuestión social. “La conservación es muy política porque le estamos pidiendo a personas que no tienen sus necesidades cubiertas que gasten su dinero para conservar los carnívoros silvestres. Eso no debería ser así, pero así es”, opina Castro a la luz de la realidad rural en la que la economía familiar se puede ver afectada de forma considerable por un gato silvestre.
“Los felinos son muy carismáticos, pero no hay que olvidar que son carnívoros estrictos, por lo tanto en las zonas en que cohabitan con las personas los carnívoros matan gallinas, corderos y gansos. Entonces cuando una familia ve su economía perjudicada por este carnívoro, nace el conflicto”, resalta el investigador.
En 2023 el equipo de Colocolo Project realizó una campaña en la que regalaron más de 4 mil posters con las especies de felinos nativos de Chile en escuelas, ferias medioambientales y eventos educativos a lo largo del país. También cuentan con una maqueta del colocolo que llevan a charlas en escuelas para que adultos y niños sepan identificar a este felino, se familiaricen y “se vayan haciendo amigo de este gato”, dice Castro.
Desde 2020, cuando comenzaron con el monitoreo en la Reserva Nacional Altos de Lircay, en la Región del Maule, también realizaron monitoreos en gallineros cercanos a la reserva y junto con esto ofrecieron operativos de esterilización y vacunación de gatos y perros domésticos de forma gratuita a las y los vecinos de este sector rural.
Mapuche kimün para la conservación
Firmes en la convicción de la importancia de la dimensión económica y social de la conservación, Colocolo Project fue más allá y financió la reparación y mejora de gallineros a la vez que instalaron cámaras trampa para determinar quiénes son realmente los responsable de la muerte de las gallinas que los pequeños productores atribuían a los carnívoros silvestres.
“Uno de los principales animales que depredan gallineros son los perros, pero las personas lamentablemente están matando gatos silvestres a causa de los perros. Hoy podemos decir que los ataques ocurren un 30 % por perros, 30% por zorros y el otro 40% son muertes por ataques de peucos y guiñas, que atacan más que el colocolo, pero en las cámaras aparecen muy pocos gatos en realidad”, detalla Castro algunas cifras obtenidas hasta ahora.
Como medida de mitigación de conflicto, para reponer las aves depredadas, Colocolo Project ha entregado a campesinos y productores gallinas kollonkas, una raza de antigua data que se caracteriza por no tener cola, fue seleccionada y cuidada por el pueblo mapuche y es una de las dos únicas especies del mundo que ponen huevos azules.
“Nosotros como agrupación, le damos a ese productor los materiales para arreglar el gallinero y aparte le damos un macho de 150 mil pesos y hembras kollonkas que cuestan 80 mil pesos – valores muy por encima del promedio de las gallinas ponedoras-, entonces esa persona termina ganando con esa depredación y gracias a la conservación del colocolo tiene gallinas más caras y pueden vender huevos más caros, los famosos huevos azules”, explica con entusiasmo Castro sobre la mejora de la economía familiar mediante esta mitigación.
-¿Por qué entregan gallinas kollonkas?
-Porque los mapuche la fueron seleccionando y se fueron dando cuenta de sus adaptaciones, las que les dan una ventaja. La primera es que la mayoría de las kollonkas derivan del rojo y los felinos en general no distinguen el rojo del verde, por lo tanto les cuesta más ver a estas gallinas en el ambiente de bosque chileno.
La segunda ventaja es que los mapuche se dieron cuenta que los depredadores al cazar gallinas las agarraban de la cola, entonces no tener cola les da una ventaja porque no tienen un punto de agarre. Esto lo hemos leído en textos mapuche, no es invento nuestro, está escrito y es conocimiento mapuche.
Buscando ataques de gato montés
Hace cinco meses Colocolo Project amplió su rango de acción para el estudio y conservación del colocolo en la zona central y hoy están en búsqueda de avistamientos o ataques de felinos silvestres a gallineros o aves de corral de las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule y Biobío.
“Hemos recibido reportes de Chépica y La Leonera (en O’Higgins); de Putaendo, Los Andes y Limache ( en Valparaíso), de Alhué ( Metropolitana) y llegamos al Cajón del Maipo por el reporte de unas personas que decían que ‘algo’ les estaba matando las gallinas”, detalla Castro algunos de los puntos desde los cuales han contactado al proyecto.
-¿De qué manera la gente no especializada puede reconocer un gato colocolo como para contactarlos?
-Tenemos preguntas claves: el gato que vieron ¿es más chico que un gato doméstico? Si la respuesta es un sí, entonces es una guiña. Si la respuesta es no, entonces puede ser gato colocolo o gato andino.
Y la segunda pregunta es ¿qué tan larga tenía la cola el gato que vieron?, ¿del mismo largo del cuerpo o más chica que el cuerpo? Si es más chica entonces es un gato colocolo, si bien ambos gatos se parecen bastante, la cola del andino es impresionante, es una cola larga y grande.
Colocolo Project tiene entre sus filas a escaladores, veterinarios, dentistas y personas sin estudios universitarios, pero todos con el mismo ímpetu de querer estudiar, dar a conocer y proteger a este felino, “muchas veces lo único necesario es tener las ganas de conservar e ir a hablar con gente porque esto es social y lo hacemos a partir de un lenguaje simple y común porque queremos conservar y visibilizar al colocolo, un felino silvestre que sólo vive en Chile”, explica Castro invitando a todas aquellas personas que quieran colaborar en esta campaña.