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Con un encuentro en Sureste de distintas organizaciones ciudadanas, finalizó la primera versión de esta iniciativa que busca impulsar proyectos de conservación a lo largo de la cuenca.
Autora:
Maria José Paiva
Llegábamos al Cajón del Maipo. La temperatura se hacía notar, intensa y montañosa. Esa energía sólida de los cerros en la cara era pura medicina.
Nos recibía el cauce de una corriente achocolatada que desata una gran personalidad frente a trabajos en progreso…cemento, camiones, contaminación acústica para la única fuente que sostiene la vida de cada ser de la zona central.
Novata bajaba en balsa junto a muchos otros ya más experimentados, reconociendo al río Maipo en un vaivén de olas que guardan recuerdos, memorias atascadas por tintes políticos y una contemporánea pero no joven lucha frente al constante intento de irrupción de su cauce.
Sentir el Maipo desde dentro se vuelve poderoso y me llevaba posiblemente a quizás entender, más no empatizar ni menos concordar con aquellos que persiguen su flujo.
Ahí está, pues no hay mayor riqueza que la que viene en forma natural.
Mientras sus rápidos pasadizos de agua, sometida a vagos recuerdos de infancia en la cuenca, entre ciruelas y pájaros carpinteros volvía a observar desde una mirada activa como se conjuga la vida en su ladera.
Un fin de semana cual grupo de amigos del Maipo convirtiéndose en buenos aliados, intercambiando ideas, saberes de educación y salud ambiental, broches antropológicos explorando miradas para así recoger precisamente, y entre otras cosas, la memoria del Maipo.
En esos momentos escuchar se hace clave, conocer qué es lo que a todos como habitantes de un territorio nos conmueve, nos apasiona, con qué soñamos y que nos aflige. Esto justificaba nuestra estadía que tal vez en pro de una mínima contribución a un panorama climático extenso y ya casi exhausto, pero no menos importante cuando jugamos en cohesión.
Así, nos reunimos, conversamos, nos conocimos, reímos, comimos frutas y las clásicas empanadas hechas en horno de barro, pasadas en canopy y visitamos cascadas en una cuenca que a pesar de todo, sigue fuerte…con sus habitantes “al pie del cañón” por proteger lo que no debiera ni siquiera llegar a tener que defenderse, dado su derecho inherente de naturaleza a ser y vivir libre.
Cada cual con su mirada de un pedacito de vivencia que se hace grande al unir perspectivas de un territorio compartido.
La sola presencia nos une y nos da soberanía para actuar y hacer lo que sentimos al espacio que habitamos, le hace bien.
Y es que al Cajón y su Maipo lo queremos y lo necesitamos todos, sin diferencia, ni color ni procedencia, al que extrae, al que explota, al que navega y al que observa.
El Cajón arraiga con sus pasos secos y el contraste de su agua.
El Maipo fluye chileno, tan propio de la cuenca que reside su Santiago capital. Amarlo es justo y entenderlo es necesario.
Subiendo un poco más camino a la cascada Las Melosas dos gigantescas tuberías y un pico de cerro no habiéndose terminado de recuperar de un incendio, nos daba otra bienvenida. Eran como si dos tubos de oxígeno estuvieran incrustados en las narices de una amable montaña para extraerle absolutamente todo, pero un gran contraste bajo un viento semi frío no lograba opacar las inmensas paredes rocosas que forman un gran pasillo de agua infinita bajo el puente El Cristo.
Viajando entre brujos e historia, hermosos faldones de montaña se imponen en una ruta eterna que bordea los cerros…
Los ríos somos todos,
en torno al río, habemos vida
Un río habita una cuenca…tan inevitable,
Todos Somos Cuencas!
Cierre de un ciclo
En una jornada de fin de semana culminó exitosamente en Sureste, el primer “Somos Cuenca”. Un pionero proyecto liderado por el colectivo de exploradores y deportistas Bestias del Sur Salvaje y que vislumbra concientizar la vida en torno a las cuencas, a la vez articularse como habitantes y organizaciones mediante su protección, entender su ecosistema, desde fuera y dentro del agua, su geología y el encuentro con sus habitantes en pro de los anhelos por un territorio sano.
Indudablemente esto genera la base de una gestión funcional y de políticas públicas en virtud de la unión de los territorios que componen una cuenca.
Diversas organizaciones de la cuenca del Maipo estuvieron presentes a lo largo de todo el proyecto, partiendo con un programa de formación ambiental seguido de la ejecución en terreno pretendiendo poner en práctica lo aprendido.
Los colaboradores eje de este proyecto, en esta oportunidad, fueron Sureste, Mingako, Ojos de Mar y Fundación Cosmos y que estuvieron presente en las zonas alta, media y baja del Río Maipo, apoyando gestiones de restauración, instalación de infraestructura, un aula abierta en Llolleo, paneles informativos sobre la cuenca del Maipo en trabajo colaborativo con la escuela de diseño de la UDP, recuperación y limpieza de espacios, entre otros, para dar vida en terreno a este proyecto desde la cordillera hasta el mar. Y Revista Cajón del Maipo no se mantuvo ajena a esta iniciativa.
Hoy, es la cuenca del Maipo, mañana está por verse, pero lo primordial es la experiencia de involucrarse desde los ojos de un cambio.